Michael Collins fue el encargado de orbitar la Luna en el módulo Columbia |
Imagina presentarte como piloto en la Nasa y después de pasar decenas de pruebas físicas, psíquicas y técnicas, ser elegido entre cientos de candidatos. Imagina ser entrenado a conciencia durante meses, años, e incluso participar en alguna misión en el espacio exterior como la Gemini 10. Y cuando llega la hora de la verdad, entras a formar parte de la misión Apollo 11. Pero de los tres miembros de la misión, sólo dos pisarían la Luna. El tercero debía controlar el módulo Columbia orbitando la Luna a la espera para recoger a los otros compañeros. Y el más cualificado era Collins.
Collins se graduó en 1952 en la Academia Militar de West Point. Después sirvió como piloto de pruebas y combate en la Base Edwards de la Fuerza Aérea en California. En el periodo de 1959 hasta 1963 registró más de 4.200 horas de vuelo. Por tanto Collins era el más preparado, el miembro más cualificado e importante de la misión, y se le asignó asistir desde la distancia a los primeros pasos de sus compañeros Neil y Buzz en la Luna. Collins estaba capacitado para caminar sobre la Luna, pero Armstrong y Buzz no lo estaban para manejar el módulo Columbia.
El no podía verlos, pero los escucharía por radio emocionarse dando saltos con tan poca gravedad o haciéndose fotos saludando a la bandera de las rayas y estrellas. Y aguantó. Puede que incluso fuera el más fuerte psicológicamente hablando.
A las 19:34 horas del 21 de julio de 1969, Collins recoge con unas precisas maniobras a sus dos compañeros del módulo lunar Eagle a 100 km de altura sobre la superficie lunar e inician la vuelta a casa para aterrizar sobre el pacífico tres días después.
El hombre que estuvo allí, pero nunca pisó la Luna.
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