domingo, abril 21

Lasker, Einstein y el Go

Edward Lasker fue un famoso ajedrecista (Maestro Internacional de la FIDE) y jugador de Go. Lasker nació en Alemania en 1885 pero emigró a EEUU poco después de la Primera Guerra Mundial.

Un día vio un problema de Go en la contraportada de una revista japonesa que un cliente leía en una cafetería donde él jugaba al ajedrez. Después de esperar a que el cliente soltara dicha revista, intentó descifrar junto a su amigo el también ajedrecista Max Lange la partida que no estaba completa. Después de un rato de estudio y debate llegaron a concluir que la partida estaba ganada por negras -evidentemente no sabían japonés- por lo que buscaron a otro cliente asiático del local que, para sorpresa, les tradujo que blanco ganaba la partida. Esta experiencia hizo que Lasker quedara impresionado con el juego e intentara conocerlo en profundidad.

Edward Lasker jugando al Go
- Foto vía Chess.com -

El campeón mundial de ajedrez Emanuel Lasker -familiar lejano de Edward- conoció también el juego del Go a través de Edward. Ambos comenzaron a estudiar el juego con un estudiante japonés residente llamado Yasugoro Kitabatake, al que después de dos años de entrenamiento, lograron vencer sin handicap.

Aprovechando la visita de un matemático japonés de alto rango en Go, Yasugoro organizó una partida entre los dos Laskers y el matemático. Durante la partida, los Laskers pensaban conjuntamente los movimientos y se tomaban su tiempo en realizarlos, pensando y debatiendo todas las posibilidades. El matemático japonés los aplastó rápidamente y sin esfuerzo.

- Foto vía Susan Polgar Chess Daily -

Durante su vida en EEUU, Edward Lasker hizo amistad con Albert Einstein. En cierta ocasión, Lasker visitó a Einstein en la Universidad de Princenton. Lasker le regaló su libro autografiado sobre Go publicado en 1934 y titulado Go and Go Moku, que incluía al final la famosa partida entre Junichi Karigane y Honinbo Shusai de 1926. Einstein por su parte le regaló a Lasker uno de sus artículos sobre relatividad también autografiado. Imaginamos que el libro no debió gustarle mucho a Einstein porque poco después se encontró el ejemplar autografiado en una librería de libros usados en Baltimore. Cuando le preguntaron a Lasker sobre el asunto, éste comentó que no lo consideraba ninguna ofensa, porque también él se había olvidado el artículo de Einstein sobre la teoría de la relatividad en un vagón del metro de Nueva York.



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