Tranquilos. Esta vez España no cae en cuartos. La selección nos suele dar un respiro cada dos o tres campeonatos y se vuelve a casa a las primeras de cambio para evitarnos sufrimientos posteriores. Al final, la cara de tonto es la misma, pero al menos evita que nos ilusionemos.
Sería fácil cargar contra Sáez. De hecho, se lo merece. Pero está claro que no regresamos de Portugal sólo por su culpa. El problema es mucho más complejo. Falta mentalidad y actitud y nos sobra el peso de la historia. Una piedra en el cuello de cada nueva generación de futbolistas españoles.
Y siempre es igual. Llega la cita decisiva y nuestros chicos rebosan optimismo. Esta vez no. Esta vez acabamos con el gafe. Se falló ante Grecia, pero ante Portugal sacamos el 'once' que todos pedíamos. ¿Y saben algo? Da igual. Ya podemos jugar con quince que se nos arrugan hasta las ideas.
Amodorrados
Contra Portugal fue cuarto y mitad de la eterna historia. Nos valía el empate, así que salimos a verlas venir. Con una modorra más propia de una pachanguita que de una finalísima ante el anfitrión del torneo. Ni los cambios ni la estrategia funcionaban.
Que nuestra defensa hacía aguas era un hecho. Pero la culpa no fue sólo suya ante los lusos. La primera mitad fue un recital de Figo, Deco y Cristiano Ronaldo. Liberados de labores defensivas, desbordaron una y otra vez a los atribulados zagueros españoles, convertidos en una especie de frontenis. Mención especial para Raúl Bravo. Su banda fue lo más parecido a un carril-bici, porque Cristiano Ronaldo hizo suficientes bicicletas como para abastecer a todo el Tour.
Nos salvó la poca pegada lusa. Pauleta sigue siendo el del Depor, por mucho que haya sido 'pichichi' en Francia. Así que salvo un potente disparo de Miguel que Casillas rechazó y un cabezazo fallido de Cristiano Ronaldo tras centro de Figo, todo fue un eterno amague. ¿Y España? Pues eso, a verlas venir. A 'trabajar' el partido, como más tarde diría nuestro seleccionador. Qué importa si no se tira. Qué importa si regalamos 45 minutos. Además, Grecia perdía 2-1 y siempre se puede confiar en la 'ruleta rusa'.
Y llegan las prisas
La reanudación trajo buenas noticias. Portugal daba evidentes síntomas de cansancio y España se acordaba de que el rival tenía portero. Pero cuando menos peligro llevaban los ataques lusos llegó el gol. Nuno Gomes controló un balón al borde del área, se giró y soltó un disparo seco y ajustado a la cepa del palo derecho que superó a Casillas.
Con el marcador en contra, España se soltó el pelo -a buenas horas mangas verdes-, aunque el hecho de que Portugal reculara ayudó lo suyo. Como sea, los hombres de Sáez se acordaron de que tenían bandas y el peligro no se hizo esperar.
Raúl -que esta Eurocopa no estaba para tirar del carro- desaprovechó un gran centro de Vicente y falló un cabezazo a puerta vacía y tres minutos después, Torres estrelló un remate en un poste tras un gran pase de Xabi Alonso. Fueron cinco minutos de asedio total. De aquellos que nos han valido el apodo de 'Furia roja', aunque cualquier español sabe que la única furia que conocemos es la del cabreo reinante cada vez que cogemos la puerta de atrás de un torneo.
Agonía final
Pasada la embestida inicial, España lo siguió intentando y Luque, Juanito y Vicente pudieron establecer la igualada, pero no es menos cierto que Portugal anduvo mucha más cerca de la sentencia que nosotros de la clasificación. El deportivista picó sin acierto un buen pase de Torres ante la salida de Ricardo y el central bético estrelló en el larguero un testarazo a la salida de un córner. El tiro de Vicente a falta de diez minutos fue nuestra última gran ocasión.
Mientras, los lusos se hartaron de perdonarnos la vida. Costinha la pifió en dos cabezazos y Maniche y Nuno Gomes no supieron resolver sendos mano a mano con Casillas con el tiempo cumplido. La verdad es que hubiera dado igual, aunque la apuesta rusa casi nos da un postrero alegrón en los últimos minutos.
Así que ya toca pensar en Alemania'2006. Con Sáez o el que le vendió la gorra en el banquillo, que para la fe que ahora mismo tenemos no importa demasiado. Y llegarán los análisis. Y llegarán los reproches. Y llegarán las oscuras golondrinas, porque lo que es a mí ya no me pillan más de pardillo. Estaría bueno.
(Articulo de www.marca.com que hubiera escrito yo mismo si supiera hacerlo ;-))
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