martes, septiembre 7
El gran hijo de puta
Hoy iba con mi bicicleta a la universidad como todos los días. Con mi chaleco reflectante puesto y pegado a la derecha. A una velocidad normal y pendiente del tráfico como siempre. Y esta vez ha sido donde menos me lo esperaba: justo delante de mí a menos de dos metros un imbécil ha abierto la puerta de su coche aparcado justo cuando yo pasaba. Giré bruscamente el manillar (rocé la puerta) y me salvé por los pelos. Bueno, de lo que realmente me salvé fue de justo en ese momento no hubiera ningún coche adelantándome, tal como hacen constantemente (y a pocos centímetros). El choque con la puerta hubiera sido bestial, aunque que un coche por detrás me diera hubiera sido realmente trágico. Y, ¿sabéis que dijo el imbécil justo mientras esquivaba su puerta e intentaba mantener en equilibrio la bici?: “¡uyyyy!”.El gran susto del momento me dejó boquiabierto y casi paralizado. La bici seguía hacia delante por la inercia cuando miré atrás y allí estaba el tio impasible sin decir ni pío.Estaba tan noqueado que no dije nada, seguí mi camino. Ahora me arrepiento enormemente. Me tenía que haber bajado de la bici y decirle a ese hijo de puta que me explicara el “¡uyyy!” que no me había quedado nada claro. Y si no me convencía su respuesta reventarle los cristales del coche por cabrón. Pero no le dije nada. Un tio había estado a punto de matarme por negligencia, por pasar de todo el mundo y abrir la puerta de su coche con total impunidad sin inmutarse. Y yo no dije nada.Pero ahora se lo digo: hijo de la grandísima puta, espero que te pase algún día lo mismo.
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